Baraka es una película que se caracteriza por no tener nada de diálogo. Por tanto, erradicaron algo tan esencial que está presente en cualquier película común. Parece llegar a un punto donde es imposible que sea una película entretenida o ambigua. Y aunque si, tiene ambigüedad (aunque es algo escasa) no falla en ser entretenida. Es una película que te hace sentir como un testigo de lo que está pasando, por lo bien que se presenta el sonido y la imagen.
El hecho de no narrar el contexto puede ser visto como algo positivo o negativo. En lo negativo, puede dejar ambigüedades a los espectadores, como en mi caso. Entre los 12 a 15 minutos que transcurre la película, se observa una tribu realizando un tipo de culto. Al no tener ningún contexto narrativo, no pude determinar cuál cultura era y que exactamente estaban haciendo. Otra ambigüedad es que no pude identificar donde la película toma lugar en la historia. Puede que represente la cultura ancestral y su evolución, es decir, que la película trata sobre diferentes periodos en el tiempo, como también puede representar la diversidad cultural fuera de las ciudades en el presente (1990s).
Sin embargo, dentro de estas ambigüedades, hay escenas donde el dicho “una imagen vale más que mil palabras” no puede estar mejor representado. A excepción de la escena anteriormente mencionada, lo demás en la película no necesita ningún tipo de narración o texto porque ya está lo suficientemente claro o explícito para el público inferir lo que está pasando. Al no tener diálogo, es una película que todo el mundo, a pesar de hablar diferentes idiomas, podrán entender por igual. Es una película que, aunque no tiene algo tan esencial, cautiva al espectador, y pienso que el director Ron Frickle hizo un excelente trabajo al ejecutar unos buenos visuales y buen sonido que compensan por no tener ningún lenguaje.
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